9 destinos míticos con historia romana protegidos por la UNESCO en España
Segovia, Tarragona, Lugo, Mérida... y otras ubicaciones que tienen dos características en común: el pasado romano que aún se percibe en ellas y su reconocimiento por la UNESCO. Realizamos un viaje por la España peninsular para descubrir los monumentos y ubicaciones que han recibido el galardón de Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Introducción
Hace poco, la Guía Repsol publicaba el vencedor del "Mejor Rincón 2015". Por delante del Monasterio Nuestra Sra de Valvanera (Anguiano, La Rioja) y la Pza Mayor de Graus (Huesca), se situaba el Monumento Natural de Los Barruecos (Malpartida de Cáceres). En este excelente paraje eminentemente lítico se combinan la belleza de la naturaleza y el interés arqueológico, con piezas de elevado valor que tanto se han mimetizado con su entorno que resultaría difícil diferenciar la erosión humana del trabajo de la naturaleza.
Son innumerables los emplazamientos como éste que, ajenos al artificioso clima de la recreación museística, gozan de la espléndida conjunción de naturaleza e historia y, aunque la lista no sea tan completa como desearíamos, siempre es una buena idea consultar las ubicaciones protegidas por la Organización de Naciones Unidas. Pongámonos, pues, a ello, en un recorrido por esas nueve localizaciones del territorio español que despiden esencia romana y han entrado a formar parte del patrimonio mundial declarado por la UNESCO. Los siguientes lugares ni comprenden todos los elementos enumerados por la UNESCO que tienen base romana, ni tienen todos fundamento romano en exclusiva, naturalmente; pero sí cuentan todas ellas con una fuerza especial que nos transporta hacia la civilización occidental antigua. Comenzamos por el norte, e iremos bajando...
La torre de Hércules
Nuestro viaje arranca, ni más ni menos, que de uno de los faros que más arriba llegan de la península, tanto en sentido latitudinal como vertical: se encuentra muy por encima del paralelo 43 y, además, mide 57 metros: La Torre de Hércules, en Brigantium, actualmente, La Coruña. Fue inaugurado ya con esta función de guía de navegantes entre la segunda mitad del s. I d.C. y la primera mitad del II d.C..
La construcción del faro se llevó a cabo en un territorio de naturaleza sagrada: parece ser que, en época prerromana, la verdeante loma sobre la que se levanta formaría parte de un santuario celta.
El nombre que se le da actualmente a la construcción se debe a la leyenda de hace casi un milenio que continúa el mito del décimo trabajo de Hércules: tras su enfrentamiento con Gerión, Hércules comenzaría la construcción de la torre en conmemoración de la victoria. En cualquier caso, la torre es conocida y única en el mundo por conservar en la actualidad la misma función dada por los romanos.
Lo mismo ocurre con la segunda de la lista de maravillas de la UNESCO, si bien, el mecanismo de un muro es tan simple que, estando aún en pie, sería difícil que dejara de funcionar. Bajamos, de esta manera, unos veinte minutos en nuestra escala latitudinal y nos adentramos en la moderna ciudad de Lugo para visitar el vestigio más recio de la antigua Lucus: su muralla.
La muralla de Lugo
La muralla de Lugo se levantó entre los siglos III y IV d.C., mucho después del nacimiento de la ciudad en forma de castra, en época de Augusto, como defensa frente a los constantes ataques que sufrían los habitantes de las ciudades romanas en aquella parte del Imperio. El gran muro, construido en granito y mortero, abarca poco menos de 35 hectáreas de terreno y cuenta con un perímetro de más de dos kilómetros, a lo largo de los cuales se reparten casi un centenar de torres; parece ser que a las 75 actuales habría que añadirle diez más que se han perdido en la historia de la ciudad. Por otra parte, de las diez puertas que permiten actualmente entrar en el casco histórico, sólo la mitad son romanas; el resto forman parte del trazado urbanístico de la segunda mitad del s. XIX y primer quinto del s. XX.
Las Médulas
Tendríamos que descender en el mapa un centenar de kilómetros por la autovía de La Coruña hasta encontrar, en la parte más occidental de la región del Bierzo, el parque de Las Médulas.
Este paraje natural fue el primero en España en ser protegido por la UNESCO (1997), y constituyó en tiempos de la Antigua Roma la mayor mina a cielo abierto de todo el Imperio. Entre sus robles y frondosos castaños, los romanos excavaron la piedra en busca de oro hasta convertir las colinas en un bosque rojizo de laberínticas piedras. La explotación aurífera se inició en el s.I, contaba con un complejo sistema hidráulico y transformó todo el entorno antes de ser abandonada, en torno al s.III.
Tarragona
Nos toca ahora cruzar la península hasta la mediterránea Tarraco, cuyo conjunto arqueológico fue declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 2000. En esta ciudad paseamos por el primer y más antiguo asentamiento romano en la península ibérica. La elevación más antigua que hoy se conserva es su muralla, de unos 4km en sus inicios, aunque los restos que hoy contemplamos han reducido mucho su extensión. Ya de época imperial encontramos el foro (s.I), en cuyo recinto inferior alberga el circo; en dos terrazas consecutivas y superiores se encontraban, de abajo arriba, la plaza de representación, de dimensiones excepcionalmente espectaculares, y la plaza de culto.
A escasos metros del foro, en dirección a la playa, se encuentra el anfiteatro (s.II) y, hacia el este, el Museu Nacional Arqueològic de Tarragona que, aunque no forma parte en sí mismo de los bienes protegidos por la UNESCO, sí reúne una buena muestra de la Tarraco Romana.
La interesante colección arqueológica y los numerosos vestigios que de su pasado ofrece Tarragona a los visitantes nos podrían llevar más de un artículo, con lo que volveremos a marcharnos rápidamente hacia el centro de la península, para descubrir el siguiente bien cultural de origen romano de nuestra lista. Lo que apenas alcana los 50 minutos latitudinales, puede llegar a ser un viaje de ocho horas en coche, y es que de la Tarraconensis cruzamos a la Lusitania de época augústea, para llegar hasta la ciudad de Salamanca.
Salamanca
La Helmántica romana fue fundada sobre la celtibérica Salmantica; en ésta encontraron un lugar estratégico por donde la Vía de la Plata pudiera sortear el río Tormes. Y, aunque los romanos habían pasado por la ciudad siglos antes, fue durante la época imperial cuando se construyó el puente.
El Puente Romano se eleva sobre el Tormes desde el extremo suroeste del casco antiguo de Salamanca. Consta de dos partes que, separadas por un pequeño torreón, reciben los nombres de puente nuevo, que se corresponde con la parte de la orilla izquierda del río, de unos 150 metros de largo, y cuya construcción data de los siglos XII a XIII, y puente viejo, conectado con el casco histórico de la ciudad, con una longitud de unos 200 metros, y cuya estructura y materiales son originales de los tiempos del Imperio.
En realidad, la Ciudad Vieja de Salamanca se encuentra inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial, como se asegura desde el mismo Ministerio de Cultura, "por constituir uno de los focos esenciales del arte de los Churriguera [...]. La Pza. Mayor de Salamanca es una realización artística única del arte barroco, y su Universidad, una de las mejores de Europa, constituye un conjunto de una excepcional coherencia en el...".
En fin, a pesar de que por ninguna parte se menciona ese vestigio romano que, al igual que la ya mencionada Torre de Hércules, sigue prestando el mismo servicio dos milenios más tarde, no queríamos dejar atrás esa magnífica obra de ingeniería que nuestros antepasados quisieron legarnos.
El acueducto de Segovia
Pero volvemos sobre nuestros pasos hacia el este y nos encontramos en Segovia, uno de los símbolos del país más representativos de la diversidad cultural. El entorno de Segovia conserva muestras del paso del hombre de hace varias decenas de miles de años, pero en esta corta parada nos fijaremos en una portentosa elevación de la ingeniería civil romana: su acueducto.
El acueducto de Segovia fue erigido entre los siglos I y II d.C.. Aunque su paso por el centro de la ciudad ha llegado en perfecto estado hasta nuestros días por el uso continuado que se le ha dado, el acueducto sufrió daños en el s.XI que fueron reparados cuatro siglos después. Aún se discuten los pormenores de su trazado, puesto que parte del mismo ha acabado soterrado bajo la moderna ciudad que lo cobija. Para ello, hace un año salió a la luz un plan del ayuntamiento para, con la ayuda de un robot, recontruir el camino exacto que sigue el acueducto. Dicho robot sería introducido en las entrañas del acueducto y avanzaría por todo su recorrido, aportando a la arqueología valiosos datos sobre su trazado sin necesidad de recurrir a métodos de mayor riesgo para su conservación.
Toledo
Salimos de la castellana Segovia y viajamos hacia el sur, hasta la Toledo medieval, porque nos han contado que los antiguos pobladores del que sería Toletum sufrieron una muy profunda romanización desde que fuera ocupada por Roma, en el s.II a.C.. Por eso suponemos que conservará importantes vestigios de aquella etapa de la historia. Pero... ¡caramba!, no hay rincón toledano que no huela a monoteísmo. De aquel imponente acueducto del que hablan... en fin, no queda más que una tímida ventanuca en las faldas de la ciudad. Para ver el circo, aún enterrado gran parte de él, hay que echar mano de toda imaginación. Al teatro, noble morada del más sublime de los ocios, le ha tocado convertirse en base y fundamento del Colegio Público Santa Teresa... ¡Vaya! Todo sea por el bien de la Educación.
¡No! ¡Al fin, al fin termas! ¡Bóvedas romanas! Hablamos de la Cueva de Hércules, muestras probablemente de una antigua cisterna, que se esconde ahora bajo el Callejón de San Ginés. Eso respecto a las bóvedas de cañón. En lo que se refiere a las termas, suponen un hallazgo mucho más reciente, de hace poco menos de treinta años, y se encuentran en la Plaza de Amador de los Ríos.
Sin duda, los vestigios de la antigua Toletum permanecen casi ignotos por el inmenso valor de los tesoros que las sucesivas culturas han ido depositando estrato sobre estrato en ese montículo sobre el que se eleva la ciudad de Toledo. Esto no es excusa para no darle el valor que se merece y aprovechar nuestro camino hacia el sur para pararnos y disfrutar de la empedrada urbe, aunque sea cargados de imaginación y ansias de explorar.
Partimos de nuevo, entonces, hacia la provincia de Cáceres, con la que comenzaba el relato de esta andadura por los restos romanos que la UNESCO ha visto y reconocido en la España peninsular. Ya casi al final del camino, nos paramos por penúltima vez en una ciudad ---ésta sí--- agradecida. En la cual apenas tendremos que dar dos pasos para comprobar que la imaginación no es necesaria.
Mérida
En Mérida se sigue viviendo en la Antigua Roma, y más hoy, cuando la potente industria del turismo invita a proteger y promocionar los elementos culturales que la historia ha querido conservar. No es éste lugar para enumerar los monumentos romanos que conserva Mérida, sino sólo las localizaciones que han recibido la protección simbólica de las Naciones Unidas. ¡Vaya! Resulta que prácticamente Mérida entera se encuentra en esta situación... Es igual: hablemos sólo aquí de... de la Colección Visigoda. ¿Extraño que con tanta Roma en Mérida nos paremos en la Colección Visigoda?
No debemos olvidar que la iglesia de Santa Clara, en la que se encuentra la Colección Visigoda, fue también emplazamiento de lo que desde hace casi treinta años se conserva en el Museo Nacional de Arte Romano. Hoy en día, esta humilde sala es uno de los almacenes de hallazgos arqueológicos menos frecuentados de la ciudad, como afirman los responsables de seguridad. Esto es algo que no puede tener que ver con su ubicación, dado que se halla a pocos metros de la Plaza de España y de paso hacia el Arco de Trajano. Acaso sea por su precio: al ser de entrada gratuita, sus secretos no llaman tanto la atención de los turistas, ávidos depredadores fotográficos. Resulta curioso que un espacio como el del Columbario, terreno yermo y sacrosanto enemigo de las sombras protectoras ante el matador sol emeritense, reciba más visitas que los umbrosos muros de la iglesia de Santa Clara.
Deprisa y corriendo, puesto que aún no hemos terminado nuestro viaje, diremos que las blancas paredes de esta colección bien se merecen una visita. Según el interés y los conocimientos del viajero, se le podrá dedicar a su contenido desde los cinco minutos hasta las dos horas. Más allá del interés arqueológico de algunos de los objetos, las inscripciones funerarias de época cristiana, son muy interesantes y entretenidas de traducir. Algunas de ellas tienen primas hermanas en el Museo Nacional.
Volvemos la vista, ahora sí, hacia el final de nuestro viaje: Almadén, en la provincia de Ciudad Real. Ahí encontraremos, como nos anuncia la etimología árabe del topónimo, una mina. La mina de Almadén (por tanto, la mina de "la mina") fue reconocida por la UNESCO junto con la eslovena mina de Idria.
La Mina de Almadén
Además de ser la más tautológica, la mina de Almadén, junto a la de Idria, es la mina de mercurio más grande y antigua del mundo. Fue usada ya en época romana para la extracción de este metal. La técnica usada por éstos y su evolución hasta nuestros días son temas con que el museo ilustra a cuantos visitantes se acercan a sus instalaciones. Las minas en sí terminaron su actividad hace pocos años, pero han mantenido todos los pormenores necesarios del Parque Minero auténtico para explicar a los interesados todo lo relacionado con la extracción, transformación y usos que se le ha dado al mercurio a lo largo de la historia.
Terminamos nuestro viaje aquí siendo plenamente conscientes de que, sólo en los poco más de dos grados latitudinales que hemos descendido en el mapa, nos hemos dejado muchas cosas por el camino. Contentos y frustrados, nos despedimos de la UNESCO por hoy.