
Aparecen huesos calcinados de los últimos cartagineses de Alicante
El yacimiento de Tossal de Manises, en Alicante, es el lugar que ha permitido a los arqueólogos datar los restos más antiguos de esta ciudad. Fundada a mediados del siglo II a.C. por los cartagineses que, tras su derrota en la primera Guerra Púnica, buscaban nuevas tierras con las que saciar su empuje imperialista, la Alicante de este periodo fue destruida a sangre y fuego por las tropas romanas en el año 209 a.C. Poco o nada quedó de la primitiva ciudad cartaginesa, pues los romanos se encargaron de borrar todo recuerdo antes de erigir, doscientos años después, una nueva colonia sobre sus ruinas, ésta ya de estructura típicamente latina, la llamada por Augusto Lucentum. No sabemos si la conquista y destrucción de la Alicante púnica tuvo lugar antes o después de la toma de Cartago Nova a manos de Escipión el Africano, pero desde luego la batalla por este enclave supuso un episodio importante dentro de las operaciones bélicas en Hispania.
Pese a sus esfuerzos, los romanos no lograron borrar del todo el paso de los cartagineses por Alicante. El pasado verano, los arqueólogos del Museo Arqueológico de Alicante, Antonio Guilabert, Eva Tendero y Manuel Olcina, en una campaña realizada bajo los restos del foro romano, han conseguido encontrar vestigios de la presencia cartaginesa en esta zona. Entre otros restos materiales, se han encontrado varios huesos humanos calcinados, que los antropólogos del museo han datado en el momento de la destrucción de la ciudad y que, en consecuencia, han aportado nuevos datos a la forma en la que Alicante fue tomada y destruida. Según los especialistas, el estado de los huesos, con diversas fracturas y grados de calcinación, demuestra que el fuego fue un factor decisivo en la conquista de la ciudad, por lo que es muy probable que los romanos emplearan grandes torres de asalto desde las que lanzaron antorchas u otros elementos incendiarios. Es probable que los individuos a los que pertenecen los restos murieran por una combinación del fuego y el derrumbe de los edificios sobre ellos, lo que explicaría las fracturas y el diverso grado de calcinación de las piezas según estuvieran más o menos expuestas a las llamas.
Fuente: ABC
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