
Cádiz lucha por recuperar una inscripción latina expuesta en el Louvre
La historia reciente está llena de litigios y reclamaciones de unas regiones y países a otros para recuperar piezas arqueológicas supuestamente extraídas, sacadas o directamente robadas de sus lugares de origen. Aunque el caso más conocido es el de gobierno griego y los mármoles del Partenón llevados a Londres por Lord Elgin en el siglo XIX, lo cierto es que existen otros muchos casos menos mediáticos de museos e instituciones que tienen que hacer frente a peticiones de devolución de algunas de sus piezas. La realidad es que pocas veces se atienden dichas peticiones.
Todas estas piezas tienen a sus espaldas una historia que contar. Tal es el caso del llamado Bronce de Lascuta, la inscripción en latín más antigua que se ha podido hallar en la Península Ibérica y que hoy se expone, con poco éxito de público, en el Museo del Louvre de París. Esta pequeña tablilla fue hallada en 1866 en la localidad gaditana de Alcalá de los Gazules en las condiciones poco seguras y nada científicas que se pueden suponer para la arqueología española de dicha época. De alguna manera, el ingeniero de minas polaca Ladislas Lazeski, que trabajaba en la zona y era consciente del valor que podía tener una pieza así, se hizo con ella por un precio irrisorio y la vendió posteriormente al Museo del Louvre. Los principales romanistas del siglo XIX se hicieron eco de su hallazgo y estudiaron la inscripción con interés, destacando la labor del célebre Theodor Mommsen, que la analizó y la incluyó en el Corpus Inscriptionum Latinarum.
El Bronce de Lascuta recoge en su peculiar latín arcaico, una característica lingüística que ya dota la pieza de singular valor, un decreto de Lucio Emilio Paulo Macedónico, que como propretor en Hispania proclamó la libertad de los habitantes de Torre Lascutana como gesto de agradecimiento por su ayuda al sofocar la rebelión de un grupo indígena vecino. El hecho de que el promotor de la inscripción fuera Lucio Emilio Paulo, uno de los principales protagonistas de la historia de la República romana en el siglo II a.C. añade aún más valor a una pieza que ya de por si es muy interesante para arqueólogos y filólogos. Emilio Paulo fue, años después de su estancia en Hispania, el general que sometió de forma definitiva el reino de Macedonia y abrió las puertas de las ciudades griegas al poder de Roma. Fue además el padre biológico de Escipión Emiliano, destructor de Cartago y de Numancia.
Dado que tan importante objeto fue hallado en la provincia de Cádiz, la diputación ha iniciado el proceso para pedir al Museo del Louvre que la pieza sea devuelta a su lugar de origen, una reclamación que se basa en la importancia de la inscripción para reconstruir la historia del lugar. No sólo es la inscripción en latín más antigua de toda la Península, sino una de las primeras pruebas materiales de la presencia de los romanos en estas tierras. No es la primera vez que se intenta que ,a pieza regrese a Andalucía, pues ya en los ochenta el ayuntamiento de Alcalá de los Gazules hizo una petición oficial al Louvre, obteniendo únicamente como respuesta una copia de la inscripción, que hoy se expone en el salón de plenos del consistorio. El objetivo de la diputación de Cádiz es ir más lejor y reclamar la devolución del objeto original.
El actual alcalde de Alcalá, Javier Pizarro ha puesto de relieve ante los medios que el Luvre apenas da importancia en sus exposiciones al Bronce de Lascuta, arrinconado en un ala lateral donde apenas recibe la atención de los visitantes. Mientras para los parisinos se trata de una pieza menor, para los habitantes de Alcalá en concreto y de Cádiz en general, es un objeto que forma parte de su historia y que, como tal, debería retornar a su patrimonio material.
Por el momento el Museo del Louvre no se ha pronunciado acerca de las peticiones de la diputación de Cádiz.
Fuente: El Periódico
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