Entre asombrados e indignados. Así se quedaron los visitantes del museo turco de Hatay, en la ciudad de Antioquía, al contemplar el estado en el que habían quedado algunos de los principales mosaicos de la institución tras haber sido sometido a unas obras de restauración destinadas, en principio, a su limpieza y mejora. El museo, recién inaugurado por las autoridades turcas, había conseguido durante días que el desastroso trabajo realizado pasara desapercibido, pero finalmente el asunto ha trascendido a las noticias de todo el mundo gracias a las redes sociales. Parece ser que fue un artesano especialista en mosaicos el primero que dio la voz de alarma al visitar las salas del recién abierto museo arqueológico de su ciudad. Tras sus comentarios en las redes, miles de turcos se hicieron eco del desastre. Al ser entrevistado por la prensa, el artesano turco declaró que sus sospechas habían comenzado tiempo atrás, cuando ante sus propios ojos y los de otros visistantes, los funcionarios del museo desmontaron algunos de estos mosaicos para trasladarlos a los talleres y almacenes. Sin embargo, su traslado se hizo de forma poco cuidadosa, hasta el punto de que alguno de los mosaicos acabó en el suelo, hecho pedazos. Tras el accidentado traslado llegó la desastrosa restauración. Teselas perdidas, añadidos sin sentido, colores cambiados, figuras que aparecen deformadas... Un sinfín de despropósitos que no ha evitado que las autoridades del museo dieran su visto bueno para que las piezas fueran de nuevo expuestas al público.

Aunque el gobierno turco ya ha iniciado una investigación para depurar responsabilidades, lo cierto es que el daño causado a los mosaicos va a ser difícilmente reparable. No es la primera vez que la política de restauraciones en Turquía suscita críticas de los organismos internacionales debido al poco cuidado y la nula profesionalidad con los que éstas se llevan a cabo. Este pais cuenta con uno de los patrimonios arqueológicos más ricos del mundo, motivo por el cual la UNESCO ha advertido en numerosas ocasiones acerca de las consecuencias en forma de sanciones que podría acarrear continuar con esta política cultural errática.

Fuente: El País