
Encuentran en un papiro de Herculano fragmentos de una obra perdida de Séneca el Viejo
El fin de la Antigüedad y la llegada del Medievo supuso un cambio cultural tan brutal y drástico que la inmensa mayoría del patrimonio literario clásico no sobrevivió al proceso. La llegada del cristianismo, los cambios en las costumbres, el retroceso en la alfabetización, la desaparición de la cultura urbana… supusieron un gran retroceso en la tradición literaria que había florecido desde el arcaísmo griego hasta finales del Imperio Romano. Una enorme cantidad de obras de historia, poesía, teatro, ciencia y un interminable etcétera dejaron de copiarse y, en un mundo en el que la imprenta aún no había hecho acto de aparición, se perdieron de forma irremediable en una de las grandes tragedias de la historia de la humanidad.
Sin embargo, parece existir un pequeño rayo de esperanza. Las nuevas tecnologías aliadas con hallazgos fortuitos están permitiendo recuperar algunas obras a las que todos los especialistas creían perdidas. Las técnicas de recuperación de los palimpsestos, manuscritos borrados sobre los que se escribió una nueva obra, y de los rollos de papiro encontrados en lugares como los desiertos de Egipto o las ciudades de Pompeya y Herculano están sacando a la luz obras que llevaban silenciadas casi dos milenios.
El último gran hallazgo en este sentido se ha producido en la Biblioteca Nacional de Nápoles, donde la papiróloga Valeria Piano, tras años de esfuerzo y dedicación, ha conseguido reconstruir en parte una de las obras perdidas de Séneca el Viejo. Este autor, también conocido como Séneca Padre o Séneca el Orador, fue el padre del famoso Séneca el filósofo, y nació en Córdoba en tiempos del emperador Augusto. De su gran obra se ha perdido la mayor parte, pero el trabajo del equipo de Valeria Piano ha logrado recuperar diversos fragmentos de sus “Historiae”. En ella, Séneca escribió un resumen de los acontecimientos que tuvieron lugar desde el principado de Augusto hasta su propia época, un texto de un gran valor habida cuenta de que podría completar los datos que nos ofrecen sobre este periodo otros autores como Tácito o Suetonio.
El hallazgo ha sido posible gracias al papiro catalogado como P. Herc. 1067, que antes se pensaba que contenía únicamente un discurso de un senador ante el emperador. Fue hallado en la llamada Villa de los Pisones o Villa de los Papiros, que fue propiedad del suegro de Julio César y que albergaba una magnífica biblioteca en el momento en el que la erupción del Vesubio destruyó la ciudad de Herculano. La nube de cenizas que sepultó la villa carbonizó los papiros, pero al mismo tiempo los preservó hasta la llegada de los arqueólogos que, desde el siglo XVIII, los han sacado a la luz de nuevo.
Estos fragmentos de las “Historiae” de Séneca el Viejo han dado la razón a los especialistas más optimistas que creen que muchas de las obras de la Antigüedad que se han dado por perdidas pueden estar aún esperando a ser halladas por los arqueólogos o los paleógrafos en algún lugar del mundo.
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