
"La sombra de la conjura", de Sergio Alejo Gómez
Uno de los problemas más habituales con los que se encuentra un escritor cuando trabaja en una saga y logra que sus primeras entregas tengan buen nivel o acogida en el público es el de no saber cerrar la trama con un final a la altura de todas las páginas anteriores. Hay muchos ejemplos de esto en la literatura, especialmente en la de las últimas décadas. Poco podemos reprochar en este sentido a los escritores: cualquier que se haya embarcado en la escritura de una novela sabe que encontrar un final digno y adecuado es uno de los pasos más difíciles de un proceso que resulta todo él bastante tortuoso.
Pues bien, la falta de un final digno de la trama no es algo que se pueda achacar a la trilogía de Tito Valerio Nerva. Su última novela, “La sombra de la conjura” no sólo está a la altura de sus antecesoras, sino que se erige como la mejor de todas.
En “La sombra de la conjura” la historia del legionario Tito Valerio Nerva y sus compañeros de centuria llega a su fin. Tras grandes esfuerzos y pérdidas personales para abortar la conjura existente contra la vida de Augusto, los legionarios consiguen llegar al corazón de la trama y descubrir el momento en el que se disponen a dar el golpe final. Circunstancias inesperadas harán que todo se complique, pero la entrada en escena de nuevas alianzas saldrá en ayuda de Valerio y los suyos.
Como suele ser habitual en las novelas de Sergio Alejo, uno de los puntos fuertes de “La sombra de la conjura” son los aspectos militares. Cuidados, documentados al detalle y presentados al lector de forma clara y amena. Si en la primera novela de la trilogía fue la batalla de Accio la que nos fascinó y en la segunda las guerras de Augusto contra los pueblos del este de Europa, en esta ocasión por fin se desata la acción en las guerras cántabras. Toda una legión sometida a las emboscadas de los pueblos del norte de la Península Ibérica y un narrador con una capacidad magistral para transportas hasta ellas. Tanto la guerra de guerrillas de los cántabros y la forma de los legionarios romanos de hacerles frente como el posterior asedio a la fortificación enemiga resultan una delicia para el lector que gusta de los aspectos militares. Tensión e incertidumbre hasta el final, ya que sabemos que Augusto triunfó en la guerra, pero no sabemos si alguno de nuestros legionarios protagonistas llegará a ver el final del conflicto.
Además de estas brillantes descripciones de batallas, que ya estaban presentes en las anteriores novelas, “La sombra de la conjura” presenta algo que no estaba presente más que en tenues esbozos en sus predecesoras. Cuando estamos a punto de llegar al desenlace nos encontramos con que ni los buenos están luchando por una causa tan pura ni los malos carecen de motivaciones dignas para llevar a cabo sus acciones. Ni Flavio, el cruel asesino sin escrúpulos al que aprendimos a odiar a lo largo de centenares de páginas, es tan malvado, ni aquellos que han tramado la muerte de Augusto son la personificación de la perversión. Augusto representaba para muchos todo lo que en Roma se había despreciado a lo largo de siglos: la acumulación de poderes en manos de un único individuo. Intentar matar a Augusto era algo coherente desde el punto de vista de la filosofía política romana más tradicional, tal y como lo fue el asesinato de Julio César. Si a esto le sumamos los deseos de venganza personales nacidos durante las proscripciones que el propio Augusto promovió durante su etapa en el triunvirato nos encontramos con que los asesinos potenciales del princeps tenían unas motivaciones muy claras y tan legítimas como los valores e ideales de Valerio y sus compañeros.
Que la última novela de una trilogía sea la mejor puede resultar difícil, pero si se logra el escritor consigue con ello un gran acierto, ya que el lector se despide de la historia y de los personajes con un buen sabor de boca y, sobre todo, con ganas de más. Regresará sin duda este lector a los brazos metafóricos del autor que tan buenos ratos le ha hecho pasar. Como regresaremos sin duda nosotros a los brazos de Sergio Alejo cada vez que este autor nos proponga nuevas aventuras literarias nacidas de su pluma.
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