Muere Solveig Nordström, la arqueóloga que salvó el yacimiento de Lucentum
La historia de la arqueología está llena de héroes que dieron, o estuvieron a punto de dar, su vida en defensa del estudio y la conservación del patrimonio. Y no siempre desde un punto de vista metafórico. Hace décadas las leyes que protegían los yacimientos arqueológicos de la expoliación y la destrucción completa brillaban por su ausencia, especialmente en países que, como España, aún no había desarrollado una mínima conciencia de la necesidad de defender el patrimonio cultural en todo su extensión.
Corrían el año 1960 cuando la ciudad de Alicante empezaba a consolidar su prosperidad ligada al turismo y la especulación inmobiliaria. La llegada de visitantes extranjeros deseosos de disfrutar de las playas, el sol y los bajos precios de las costas españolas del Mediterráneo cambiaron por completo la fisionomía del Levante, y Alicante no fue una excepción. Los poderes políticos y económicos del franquismo, tanto a nivel estatal como a nivel local, estaban dispuestos a exprimir esta oportunidad sin detenerse en cuestiones para ellos menores como eran las medioambientales o patrimoniales. El municipio de Alicante escondía en su subsuelo un maravilloso tesoro arqueológico: bajo El Tossal de Manises estaban los restos de la antigua ciudad romana de Lucentum. Una localidad de origen ibero que se desarrolló posteriormente como urbe romana hasta su decadencia en algún momento del siglo III d.C. Los restos de Lucentum eran una oportunidad única para conocer mejor esta región del Levante en la Antigüedad. No lo entendieron así los responsables políticos, que prepararon el terreno para que las excavadoras lo arrasaran y construyeran en él varias promociones de viviendas turísticas, tan rentables en aquella época.
Sin embargo, una joven arqueóloga sueca se interpuso en su camino. Solveig Nordström había llegado al Levante seis años antes, en 1955, atraída por los yacimientos iberos que podían estudiarse en la zona. Cuando se enteró de que iban a comenzarse en El Tossal de Manises unas obras de construcción que acabarían con toda la riqueza arqueológica de la zona, no lo dudó. Informó a la prensa internacional de los hechos y se tumbó frente a las excavadoras, impidiendo que pudieran acceder al recinto y comenzar sus trabajos. Las autoridades, por aquel entonces nada escrupulosas en lo que se refería a reprimir con la fuerza las protestas de los ciudadanos españoles, temieron las consecuencias de actuar contra una joven de ciudadanía sueca con importantes contactos en las altas esferas académicas de Europa. Las obras se detuvieron y el estado compró los terrenos para que los arqueólogos pudieran comenzar a trabajar en ellos.
Tras esta temeraria y valiente acción, a la que le debemos la supervivencia del yacimiento de Lucentum, Nordström continuó toda su vida ligada a la región de Alicante. Ella fue una de las grandes promotoras del desarrollo del hoy prestigioso Museo Arqueológico de Alicante, logrando que muchas de las piezas que aparecían en los yacimientos del Levante acabaran en él.
Como agradecimiento a su labor, la ciudad de Alicante puso su nombre a un parque cerca de El Tossal de Manises, el yacimiento arqueológico al que su memoria estaba ligada.
Solveig Nordström falleció el pasado 21 de enero en la ciudad de Benidorm, el municipio en la que había vivido durante las últimas décadas. Fue su amado Mar Mediterráneo el que vio sus últimos momentos de vida. El recuerdo de esta valiente arqueóloga vivirá siempre en los corazones de los que amamos el patrimonio.