Sangre de Baco

Ryse: Son of Rome. El Imperio romano en tu videoconsola

Promedio: 5 (1 voto)

Logo promocional del juegoLa Antigua Roma ha tenido una presencia constante en el mundo de los videojuegos desde que en los años ochenta este entretenimiento diera el salto de los salones recreativos a los salones de las casas. Por algún motivo, este periodo histórico ha gozado de una gran aceptación entre los gamers de diversas épocas, que han podido disfrutar de lo mejor de la historia de Roma en muy diversos géneros, desde las plataformas al RPG pasando por la estrategia o el clásico beat’em up.
Una muestra de esta pasión por la Roma clásica lo tenemos en la última apuesta de Microsoft para su consola de nueva generación Xbox One, el muy esperado Ryse: Son of Rome. En este juego, en primer lugar, podremos disfrutar de todas las mejoras técnicas que esta videoconsola nos ofrece: unos gráficos de vértigo, una gran jugabilidad, música envolvente, posibilidad de dar órdenes de voz a nuestros personajes gracias al periférico Kinect… Una experiencia sin duda única para los amantes de la tecnología. De hecho, este ha sido el aspecto que más han alabado los especialistas en videojuegos una vez han tenido acceso a probar Ryse: Son o f Rome, su incuestionable calidad técnica. Sin embargo, se ha puesto de relieve que el cuidado que se ha puesto en lograr un juego espectacular en lo visual, se ha traducido en poca atención a otras facetas. La historia resulta plana y con escaso interés. Las capacidades y habilidades del protagonista son casi los mismos a comienzos del juego que en la batalla final. No hay apenas motivación para una vez acabado el juego nos animemos a empezar de nuevo para continuar descubriendo secretos y matices. En lo que han coincidido la mayoría de especialistas es en señalar la escasa duración de la historia, apenas cuatro horas de juego, un defecto imperdonable en una época en la que los grandes juegos de videoconsola pueden proporcionar al usuario varias decenas de horas de entretenimiento. El sistema de juego se parece demasiado a los beat’em up clásicos como para poder considerarse novedoso: se limita a avanzar y golpear con algún añadido estratégico ocasional. La conclusión que podemos sacar de esta suma de defectos y virtudes es que sus creadores han recibido la orden de sacar al mercado un producto espectacular desde el punto de vista visual que seduzca a los clientes potenciales y les motive para comprar la nueva consola para el que este juego está concebido. Los aspectos positivos de Ryse: Son of Rome son los primeros que saltan a la vista y los que más fácilmente se pueden plasmar en un escaparate. Cuando el cliente desprevenido quiere darse cuenta de que tiene en sus manos un juego corto y que no aporta nada más allá del plano técnico, ya es demasiado tarde. Además, ahí estarán las empresas distribuidoras para sacar otros juegos menos espectaculares pero más adictivos, largos e interesantes, que hagan que la compra de la consola haya merecido la pena.
Hay que señalar, por otro lado, el éxito que los programadores han tenido a la hora de poner todas las posibilidades técnicas de la nueva generación de videoconsolas al servicio de la escenificación de la violencia. Ryse: Son o f Rome es un juego extremadamente violento y extremadamente explícito. Los amantes de la sangre virtual disfrutarán al máximo con la gran variedad de "ejecuciones" (una suerte de fatalities que el protagonista puede desplegar para acabar con la vida de un enemigo), cuyo número va aumentando a medida que se avanza en la historia. Desde el punto de vista del historiador no podemos ponerle ninguna pega al juego en este sentido. Roma era una sociedad de violencia extrema y cotidiana, mucho más de lo que el público actual pudiera llegar a sospechar. Ryse: Son of Rome se limita a recrear la crudeza de la guerra en la Antigüedad con total fidelidad descarnada, motivo por el cual este juego no debería llegar al alcance de niños o de mentes influenciables.
No hay duda de que los amantes de los videojuegos de acción disfrutarán de este título. Ahora bien, ¿disfrutarán al mismo nivel los amantes de la Roma antigua? No debemos olvidar que estamos ante un producto destinado al gran público y que, como tal, no precisa de grandes investigaciones históricas. El juego cuenta la historia de un centurión romano en los últimos tiempos del Imperio, cuando los bárbaros estaban ya infiltrados en todos los rincones de Europa y la idea de la soberanía imperial era más un sueño que una realidad. El centurión Marius Titus (un nombre que ya es de por sí un atentado al tria nomina latino) se refugia en un templo tras haber intentado salvar la vida del emperador. Una vez allí, le cuenta su historia a otro personaje, por lo que la mayoría del juego no es más que un largo flashback que resume los recuerdos del soldado. Gracias a sus palabras, podremos recorrer el limes del Imperio, regresar a Roma varias veces y llegar a internarnos incluso en el territorio más allá de las fronteras. Un viaje que aunque adolece de numerosos anacronismos de peso, sin duda tiene como alicientes la posibilidad de poder luchar como un auténtico legionario romano, ataviado con la armadura y el escudo y portando el gladius y el pilum. Mi recomendación para historiadores, filólogos y arqueólogos es que se olviden por unas horas de lo que saben de Historia de Roma y se dejen atrapar por la espiral de acción y belleza gráfica que emana de este juego.
Escena del desarrollo del juego