
Las pinturas de la Domus Aurea vuelven a resplandecer
–Bien, por fin puedo empezar a vivir como un ser humano.
Estas fueron, según Suetonio, las palabras que pronunció Nerón cuando entró por primera vez en el interior de su Domus Aurea, cuando las obras de construcción aún no habían terminado. Aquel gigantesco palacio que se alzaba entre el Palatino y el Esquilino, el espacio que había quedado arrasado por el gran incencio del año 64 d.C., estaba destinado a ser el gran proyecto urbanístico de Nerón. Como no podía ser de otra manera en una personalidad obsesionada con el placer y el culto a la personalidad, era un palacio lujoso y excéntrico, con decenas de habitaciones y una decoración como nunca antes se había visto en Roma. Por desgracia para Nerón y por suerte para las arcas imperiales, la Domus Aurea nunca fue terminada, pues su promotor murió asesinado antes de que concluyeran los trabajos. El palacio languideció inacabado hasta que Trajano ordenó cubrir aquella aberración hija de la tiranía con toneladas de escombros. De este modo, la Domus Aurea permaneció oculta hasta que en el Renacimiento fueron redescubiertas parte de sus salas decoradas con pinturas, causando una honda impresión en los artistas de la época.
Desde entonces, la Domus Aurea ha sido tanto una maravilla como una carga para el municipio de Roma. Una maravilla porque en ningún otro lugar de la Urbe se conservan pinturas de época antigua de tanta calidad; una carga porque su mantenimiento y restauración suponen un gasto que pocas entidades públicas pueden afrontar. Después de que en 2010 una parte del complejo se derrumbara, el ayuntamiento de Roma y el Ministerio italiano de Bienes Culturales decidieron tomarse en serio la recuperación de la Domus Aurea de cara a una futura apertura al público.
Un ejemplo de los resultados de esta restauración lo tenemos en la sala de Aquiles en Esciro, una espaciosa habitación con frescos que recogen este mito de la saga troyana. Según recogen diversos autores, para evitar que Aquiles fuese llevado a una guerra en la que encontraría la muerte, la nereida Tetis decidió ocultar a su hijo en la corte de Licomedes, rey de Esciro, haciéndole pasar por Pirra, una doncella. La argucia logró su objetivo durante unos meses, pero no resistió a la poderosa inteligencia de Odiseo. Por medio de un engaño, Odiseo desenmascaró a Aquiles y convenció al joven de que se uniera a su expedición contra Troya.
El magnífico fresco que muestra la escena en la que Aquiles toma las armas y se revela como un varón había quedado casi borrado por el paso de los siglos y las inclemencias de la meteorología. La restauración financiada por la Fundación Isabel y Balz Baechi ha permitido que el rostro de Aquiles y de las hijas de Licomedes vuelvan a ver la luz después de siglos de oscuridad. Un complejo y delicado proceso de limpieza y restauración han devuelto a la pintura su color y su brillo original, revelando el elevado nivel de complejidad que alcanzó el arte pictórico en época imperial.
Como ha indicado Alfonsina Russo, responsable del área arqueológica del Coliseo, a la que pertenece la Domus Aurea, esta es sólo una pequeña muestra de lo que podría recuperarse si se restauraran los más de treinta mil metros cuadrados de pinturas que existen en el antiguo palacio de Nerón. Un proyecto que se intentará desarrollar en los próximos años a pesar de su enorme coste. Alfonsina Russo tiene claro que el único modo de abordar la restauración completa de las pinturas pasa por combinar la financiación pública y la privada, algo en lo que numerosas instituciones y empresas se han mostrado interesadas.
Fuente: ANSA
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