Sangre de Baco

Muere Colleen McCullough, autora de la saga "Señores de Roma"

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Colleen McCulloughLa escritora Colleen McCullough falleció el pasado día 28 de enero, en la isla de Norfolk, víctima de una larga enfermedad que acabó degenerando en una parálisis corporal y en ceguera. Nos dejaba de este modo una de las autoras más leídas en todo el mundo durante las últimas décadas, responsable de la consagración de las letras australianas en los primeros puestos de unas listas de ventas normalmente acaparadas por autores europeos o americanos. Como demuestra una ojeada a la prensa que se ha hecho eco de su fallecimiento, Colleen McCullough es recordada ante todo por su novela “El pájaro espino”, cuya adaptación para la televisión en forma de serie fue responsable de su fama mundial. Esta historia de la pasión entre un sacerdote y una mujer casada se coló en las casas de medio mundo durante el tiempo de su primera emisión, alcanzando un enorme éxito que llevó a que los responsables de las cadenas la repusieran en numerosas ocasiones y a que se haya editado en vídeo y otros formatos muchas veces.

Sin embargo, los amantes del mundo clásico no recordaremos a Colleen McCullough como la autora de “El pájaro espino”, sino como la escritora que dio vida a una de las más grandes sagas novelísticas ambientadas en la República romana, la serie publicada en el mercado hispano bajo el nombre “Señores de Roma”. Esta saga comienza con la novela “El primer hombre de Roma”, y continúa, en orden cronológico, con “La corona de hierba”, “Favoritos de la Fortuna”, “Las mujeres de César”, “Cesar”, “El caballo de César” y “Antonio y Cleopatra”. La trama abarca desde finales del siglo II a.C., cuando un ya maduro Cayo Mario lucha desesperado por alcanzar el consulado, hasta la muerte de Antonio y Cleopatra en su palacio de Alejandría. Casi un siglo de historia romana por la que desfilan todo tipo de personajes: Mario, Sila, Saturnino, Clodio, Cicerón, Pompeyo, César, Craso, Bruto, Antonio…

Desde mi punto de vista, el valor de esta saga radica precisamente en sus primeras novelas, perdiendo poco a poco el interés a medida que nos acercamos al suicidio de Antonio. La época de Mario y Sila nunca antes había sido novelada con tal maestría y, sobre todo, con tal respeto a las fuentes originales. Colleen McCullough demuestra en cada una de sus páginas que conoce a la perfección la época de la que habla, tanto por haber leído y estudiado los grandes tratados de los historiadores modernos, como, ante todo, por haber pasado infinidad de horas leyendo a los clásicos griegos y latinos. Es precisamente esto lo que añade valor a sus novelas: hay muy pocas fuentes que nos hablen del periodo de Mario y Sila. La autora sigue a rajatabla lo que sí conocemos por las fuentes, y completa los espacios vacíos con una gran imaginación. Imaginación que, sin embargo, es en todo momento respetuosa con la historia. Todo en sus novelas es coherente con las fuentes: la mentalidad de los romanos, su modo de hablar, su comportamiento político… Pocas veces un autor de novela histórica se ha documentado tan a fondo como McCullough demuestra haber hecho en esta saga. Una vez avanzamos en la trama y el protagonismo va recayendo en la figura de Julio César, entramos en una etapa mucho másPortada de la novela "La corona de hierba" manida y transitada por la literatura y el cine, motivo por el cual la frescura y el interés de los primeros libros desaparece. Su dominio de la bibliografía queda reflejado en una anécdota. La misma autora, en alguna introducción a sus noveles, confesaba haber recibido centenares de cartas en las que los admiradores le pedían una bibliografía mínima para ponerse a su nivel en el conocimiento histórico de la República romana. Una petición que nunca fue respondida ante la imposibilidad de editar una larga lista de libros y artículos junto con novelas que pretendían ser simples obras de divulgación.

Hay que hacer una mención especial al protagonismo que recae en personajes que hasta el momento habían pasado desapercibidos para los escritores de novela histórica. ¿Quién, dentro del público general, conocía a Marco Livio Druso, a Saturnino o a Publio Clodio antes de la lectura de estas novelas? Unos y otros son desconocidos para el público. No aparecen en películas, no protagonizan novelas. Están eclipsados por la grandeza hipnótica de figuras como Pompeyo o César, que han monopolizado la ficción histórica ambientada en Roma. Sin embargo, estos personajes fueron, junto con los grandes generales, protagonistas de los acontecimientos históricos de su época. Entender la República romana sin Saturnino, sin Druso, sin Clodio es sencillamente imposible.
Estos personajes, tanto los menos conocidos como los más célebres, están trazados de forma magistral, con personalidades y caracteres que en ocasiones resultan inolvidables. ¿Cómo olvidar al ambicioso, cruel y polifacético Lucio Cornelio Sila? ¿Cómo olvidar al noble y estricto Marco Emilio Escauro?

Por otro lado, Colleen McCullough demuestró una envidiable habilidad para conseguir algo que incluso a los grandes historiadores parece costarles un enorme esfuerzo: moverse con familiaridad por los complejos árboles genealógicos de la aristocracia romana, con sus frecuentes matrimonios, divorcios e hijos adoptivos. McCullough muestra en sus novelas estas alianzas familiares, fundamentales para entender la política romana, con total maestría y precisión, sin perderse en el complejo mundo de nomina y cognomina que tantos quebraderos de cabeza nos generan a los especialistas.

La muerte de Colleen McCulough nos deja a todos los amantes de la República romana un poco huérfanos. Hasta que la noticia de su fallecimiento se hizo pública, muchos albergamos la esperanza de que en algún momento retomara sus escritos sobre Roma. Por desgracia, la enfermedad se llevó a una gran autora, maestra de la novela histórica y responsable de que hoy muchos nos dediquemos a la Historia de Roma. Nos quedan sus novelas como parte de un legado que seguirá iluminando a las generaciones futuras, mostrándoles un camino ameno y sencillo hacia el amor por la Roma republicana.

Colleen McCullough

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