Sangre de Baco

El fragmento más antiguo del evangelio descubierto en una momia egipcia

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Una máscara semejante a la que ha conservado el fragmento de Marcos

En las últimas décadas, científicos de muy diversosa campos han colaborado en uno de los objetivos más ambiciosos que la Filología ha perseguido desde al menos los tiempos del Humanismo: recuperar la mayor parte de textos clásicos perdidos en la propia Antigüedad o en la Edad Media. Para ello, se han desarrollado todo tipo de técnicas, desde el análisis de los palimpsestos, materiales con escritura borrada para ser utilizados de nuevo, hasta procedimientos para desenrollar cualquier tipo de papiro, incluso aunque haya sido devorado parcialmente por las llamas. Gracias a estas técnicas, una gran cantidad de textos que se consideraban perdidos, e incluso algunos que eran desconocidos antes de las últimas décadas del siglo XX han sido añadidos a nuestro corpus literario de obras de la Antigüedad.

El último de estos grandes descubrimientos ha salido a la luz esta semana. Arqueólogos y papirólogos egipcios afirman haber encontrado el fragmento más antiguo conocido del evangelio de Marcos. Hoy en día la mayoría de los especialistas coinciden en señalar el de Marcos como el evangelio más antiguo de los cuatro canónicos, frente a la opinión tradicional cristiana que sostuvo durante siglos que este honor correspondía al de Mateo. El evangelio de Marcos se habría escrito en algún momento indeterminado entre los años sesenta y setenta por parte de un personaje desconocido al que la tradición cristiana, sin pruebas sólidas, relaciona con un supuesto discípulo de Pedro. Está prácticamente desechada la idea de que el autor de este texto hubiera conocido en persona a Jesús de Nazaret, siendo la hipótesis más probable que utilizara para su composición algún tipo de fuente, bien una colección de dichos de Jesús (la llamada fuente Q), bien un relato de la Pasión, bien algún tipo de evangelio más primitivo que no se ha conservado. Hasta el momento, el manuscrito más antiguo de los evangelios canónicos que había llegado a nosotros es el llamado "papiro P52", datado en torno al año 125 d.C., que recoge una serie de fragmentos del evangelio de Juan. Este nuevo testimonio del evangelio de Marcos ha sido datado de forma provisional en los años 90 d.C., por lo que sería unas décadas más antiguo que el anterior.

El papiro P52, expuesto actualmente en la biblioteca John Rylands

El fragmento del evangelio hallado en Egipto, y aún no hecho público, se encontró en un papiro que había sido reutilizado para construir la máscara mortuoria de una momia, una costumbre funeraria que había pervivido en el Egipto helenístico y romano, tomada de tiempos de los faraones. Las máscaras mortuorias mas humildes no eran más que un modelado realizado con una pasta de papiros reutilizados, muchos de los cuales conservaron parte de los escritos que había sobre ellos. La recuperación de los testimonios escritos supone la destrucción de la máscara funeraria, algo que ha suscitado ciertas críticas en algunos sectores. La mayoría de los papirólogos y filólogos consideran, sin embargo, que la destrucción de una pieza arqueológica de un valor menor no supone una pérdida significativa en comparación con la posibilidad de recuperar textos perdidos de la Antigüedad. De hecho, la imagen de la máscara mortuoria que algunos medios, como el diario ABC, están presentando como la que contenía este fragmento de Marcos y que nosotros reproducimos en este artículo es en realidad una pieza muy semejante, pero no la original.

La publicación de este fragmento del evangelio de Marcos estaba prevista, según su descubridor y editor, Craig Evans, para el año 2013, pero una serie de problemas obligaron a posponer el momento del lanzamiento hasta mediados del 2015. Una vez se haga pública su edición, los especialistas podrán comenzar su labor de crítica para comprobar qué aporta este texto a nuestro conocimiento de la formación de los evangelios y, ante todo, si contiene alguna novedad en cuanto a los contenidos conocidos hasta el momento.

Fuente: LiveSciencie

Evangelio de Marcos