El Estado Islámico destruye la antigua capital del Imperio Parto
Después de haber arrasado hasta los cimientos con vehículos pesados el yacimiento de Nimrod, los integristas musulmanes del Estado Islámico han puesto sus ojos en Hatra, la antigua capital del Imperio Parto. Armados con tractores y excavadores, un grupo de hombres pertenecientes al Estado Islámico han arrasado la ciudad de Hatra, causando daños irreparables a una ciudad en ruinas que había sido declarada patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Situada a sólo un centenar de kilómetros de Mosul, ciudad controlada por los yihadistas desde el pasado año, Hatra era uno de los recintos arqueológicos más importantes para conocer la cultura de los partos, el Imperio que consiguió poner en jaque a las legiones romanas durante siglos y que materializó las peores pesadillas de generales como Craso y Marco Antonio. Cuando los partos establecieron su capital en ella, la ciudad de Hatra ya tenía varios siglos de vida, pues había sido fundada en época seleucida, en pleno periodo helenístico. Una joya en medio del desierto que brillaba con luz propia pese a estar rodeada de otros yacimientos mucho más antiguos, como la malparada Nimrod, Nínive u otras muchas ciudades de las antiguas culturas orientales. Una joya que recordaba los tiempos gloriosos de los sucesores de Alejandro Magno y del Imperio parto, potencia comercial y militar de Mesopotamia durante siglos. Lo que ningún general romano consiguió con sus legiones, lo han conseguido un puñado de radicales religiosos con maquinaria agrícola y de construcción.
Durante décadas, la administración del dictador Sadam Husein protegió con celo estos yacimientos, a sabiendas de que la riqueza arqueológica era uno de los grandes patrimonios de Irak. Sin embargo, tras la intervención estadounidense y la situación de caos que ello generó, el Estado Islámico se hizo con el control de buena parte del norte del país, quedando en sus manos muchos yacimientos y museos. Los yihadistas, deseosos de destruir todo resto de un pasado que ellos consideran idólatra y pagano, no han ahorrado esfuerzos en destruir museos como el de Mosul o arrasar yacimientos como el de Hetra. Las esculturas son sistemáticamente destrozadas a golpe de mazo, las monedas fundidas para conseguir oro y plata, los edificios arrasados con excavadoras. Una mentalidad criminal que considera que todo lo ajeno al Islam ha de ser borrado de la faz de la tierra es la que mueve a estos terroristas que, hoy por hoy, continúan controlando la mitad norte de Irak y buena parte de Siria.
La noticia de la destrucción ha sido dada por el ministro iraquí de Turismo y Antigüedades, responsable de la defensa del patrimonio en un gobierno impotente que observa desde Bagdad cómo el integrismo religioso avanza a paso firme dentro de sus fronteras.
Fuente: La Vanguardia